La lucha contra la pandemia y la eliminación de las órdenes ejecutivas de Donald Trump serán algunas de las primeras prioridades de Joe Biden, mientras la reincorporación a los Acuerdos de París y a la OMS también serán tareas para el presidente electo.
El presidente electo de Estados Unidos, Joe Biden, dedicará los primeros días del inicio de su mandato, el próximo mes de enero, a dos tareas fundamentales: la lucha contra el coronavirus y la eliminación de las órdenes ejecutivas firmadas por el que sería ya su predecesor, Donald Trump.
Esto siempre y cuando no prospere la anunciada batalla legal que el magnate neoyorquino quiere emprender para disputar el resultado de la votación, en lo que se antoja un difícil período de transición.
Si finalmente las demandas de Trump caen en saco roto, Biden asumirá el poder el próximo 20 de enero con cuatro objetivos en mente: la reincorporación inmediata del país a la Organización Mundial de la Salud y los acuerdos medioambientales de París.
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Asimismo, asumirá la suspensión del veto de entrada a residentes de ciertos países musulmanes y la reanudación del protocolo de estancia para migrantes ilegales que llegaron al país siendo menores de edad; los llamados «soñadores» o «dreamers», según han informado fuentes de la campaña al ‘Washington Post‘.
Según estas fuentes, los principales asesores de Joe Biden llevan meses asegurándose de que Biden aterrice en la Casa Blanca con un plan específico. Para empezar, el presidente electo anunciará este mismo lunes a los doce integrantes de un comité de expertos para combatir la epidemia de coronavirus, según fuentes cercanas citadas por la cadena CNN.
Esta comisión, de acuerdo con las fuentes, estará dirigida por tres copresidentes: el exdirector de la sanidad pública estadounidense Vivek Murthy, el excomisario de Alimentación y Medicamentos David Kessler y la profesora de la Universidad de Yale Marcella Nunez-Smith.
Sin embargo, ni Biden ni los asesores pierden de vista la situación actual. A las demandas de Trump se suma una crucial doble elección al Senado en Georgia, el próximo 5 de enero, que podría decantar la cámara alta del Congreso para Biden y los demócratas.
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De lo contrario, si permanece bajo control de la oposición republicana, Biden podría verse obligado a imponer su potestad presidencial, un modelo de toma de decisiones no muy bien visto por los votantes del Partido Demócrata por su carácter unilateral.
«El equipo de políticas de Biden están muy centrado en el poder ejecutivo del presidente, y anticipo que, si el Senado se convierte en un obstáculo, la Administración Biden podría usar el modelo de órdenes ejecutivas a diestro y siniestro», según una fuente.
Una opción para acelerar el proceso consistiría en el nombramiento de un gabinete «en funciones» que no necesitaría obligatoriamente de la aprobación del Senado -una táctica también empleada por Trump-.
Sin embargo, el equipo de Biden todavía no contempla esa opción abiertamente, aunque algunos nombres hayan comenzado a flotar en el ambiente, como el de la exembajadora ante la ONU Susan Rice como nueva secretaria de estado o el precandidato presidencial Pete Buttigieg como secretario para Asuntos de Veteranos de guerra, según ‘Politico‘.
Fin de la ‘era Trump‘
El caso es que Biden planea revertir la decisión de Trump de anular no menos de un centenar de normas medioambientales y salud pública promulgadas durante el mandato de Barack Obama, de quien Biden fue vicepresidente, e instaurar un nuevo código ético en la Casa Blanca que obliga a su Administración a mantenerse al margen de las investigaciones del Departamento de Justicia, después de años de intromisión de Trump.
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En este sentido, Biden también desea nombrar a un responsable de la producción y distribución de pruebas, futuras vacunas y material médico, de acuerdo con las fuentes consultadas por el diario estadounidense.
Para desempeñar esta labor, el equipo de transición de Biden, liderado por su asesor Ted Kaufman, ya ha recibido los permisos de seguridad pertinentes a la hora de informarse sobre los pormenores de todos estos ámbitos tratados aquí.
Sin embargo, también se están preparando para lo que podría ser una difícil transición, teniendo en cuenta que al presidente saliente, Donald Trump, le quedan dos meses de mandato, y poca intención de conceder la derrota.
Plazos
El periodo entre las elecciones y el 20 de enero, en los casos en que hay cambio de presidente, tiene una función muy destacada en Estados Unidos, ya que permite al mandatario entrante ir conformando a su equipo e ir tomando contacto con la Administración saliente, en aras de empaparse de todos los aspectos de la maquinaría del Estado.
Es durante esos dos meses cuando el presidente entrante lleva a cabo el proceso de selección de su equipo de gobierno, una tarea ardua si se tiene en cuenta que en Estados Unidos hay 4.000 cargos políticos. Tener que esperar por ejemplo hasta diciembre, demoraría este proceso, algo que ya le ocurrió en su momento a George W. Bush.
En este sentido, el equipo de Biden tiene muy en cuenta que es la jefa de la Administración de Servicios Generales (GSA, por sus siglas en inglés) la que dictamina que los resultados de las elecciones son definitivos, lo que permitirá al equipo de transición de Biden expandir su trabajo y obtener acceso a los fondos del Gobierno.
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Por ello, los asesores del presidente electo dicen que están preparados para emprender acciones legales si la administradora, Emily W. Murphy, designada por Trump, retrasa esa decisión, según fuentes próximas a la campaña.
Pamela Pennington, portavoz de la GSA, ha asegurado que Murphy determinaría «el candidato aparentemente exitoso una vez que el ganador quede claro según el proceso establecido en la Constitución». Hasta que se tome esa decisión, recuerda, el equipo de transición de Biden continuaría recibiendo acceso limitado a los recursos gubernamentales.
La pantanosa transición de Trump a Biden tendría pocos paralelos históricos, rivalizada quizás solo en 1860-1861, cuando los estados del Sur se separaron antes de que Abraham Lincoln asumiera el cargo, y 1932-1933, cuando Herbert Hoover trató de socavar a Franklin D. Roosevelt y evitar que implementara sus políticas del New Deal.